Suscribo el último artículo de "Ciclismo 2005" sobre el oro olímpico.
"Vinokourov pudo volver a competir sin que nadie le exigiese confesión de
quien le dopaba, donde conseguía la droga, cómo había que hacerlo,
quien instruyó en el dopaje sanguíneo, qué sabe de ciclismo. Vinokourov
calló, como ha callado Valverde y Contador, y ha vuelto. Vinokourov
calló, porque una vez más en este deporte el silencio es oro, y lo
seguirá siendo mientras no se alce la voz y se piden sanciones de por
vida ya. Que no vuelva a suceder algo como lo de esta tarde. Que el
ciclismo no sea el hazmereir de todos los deportes." (O la pena, en este caso...)